Héroes vestidos de mecánicos

Bajo el toldo naranja con las siglas de KTM, Alejandro Sanz lee 'El caballero de Alcántara', obra de Jesús Sánchez Adalid. El mecánico de Farrés no lo parece pero lo es... y de los mejores. Nacido en Los Molinos, en Madrid, ahora vive en El Escorial y, cada cierto tiempo, se viene a los raids. A sus 44 años y con catorce participaciones en el Dakar, donde empezó con Gallardo y siguió por Boluda, Arcarons, Coma nos explica cómo vive esta prueba un mecánico: "Nos levantamos a las cuatro de la madrugada, ponemos en marcha la moto y hacemos un análisis rápido. Después a desayunar y a la vuelta a nuestro parque cerrado, otra revisión. Ayudamos al piloto a ponerse el equipo y esperamos a que salga".
Así termina el día en el lugar del inicio de la etapa, después comienzan viaje, este año en el mismo Toyota Land Cruiser donde comparte aventura con el doctor Xavier Mir y Jordi Durán, ex piloto y ahora manager de 'Chaleco' López. "Casi siempre me toca a mí conducir las dos primeras horas de las seis o siete que tardamos en llegar al otro punto, a veces paramos a ver a los pilotos en distintos puntos de la especial", cuenta Alejandro.
La llegada al campamento de destino se produce sobre las cuatro de la tarde, poco antes o poco después de que lleguen los pilotos. "Entonces empieza el trabajo duro, al menos cuatro horas para desmontar y volver a montar la moto y, si hay alguna caída, se amplía hasta las seis. El día de descanso solemos cambiar el motor y hay más trabajo. A partir de ahí, cena y sólo un rato de tertulia, porque después hay que montar la tienda de campaña, el saco e intentar dormir al menos cuatro o cinco horas".
Ése es un día normal en el Dakar, pero en esta carrera eso es la excepción. Por ejemplo, el día que Farrés tuvo que dejar su rueda a Viladoms (que a su vez se la había prestado a Coma), Sanz apenas durmió dos horas. "Gerard llegó a las diez y media de la noche y estuve casi hasta el amanecer arreglando la KTM porque tenía una buena avería", recuerda.
Sanz también ha hecho el Dakar cinco veces en camión de asistencia rápida. Una vez, camino de Tichit, tuvo que cambiar el motor de Esteve primero, Despres, después, y más tarde de Verhoeven, tres de los integrantes de su equipo. Durmió media hora y otra vez a la ruta. Así es el Dakar para estos otros héroes.
Publicado por www.as.com
Así termina el día en el lugar del inicio de la etapa, después comienzan viaje, este año en el mismo Toyota Land Cruiser donde comparte aventura con el doctor Xavier Mir y Jordi Durán, ex piloto y ahora manager de 'Chaleco' López. "Casi siempre me toca a mí conducir las dos primeras horas de las seis o siete que tardamos en llegar al otro punto, a veces paramos a ver a los pilotos en distintos puntos de la especial", cuenta Alejandro.
La llegada al campamento de destino se produce sobre las cuatro de la tarde, poco antes o poco después de que lleguen los pilotos. "Entonces empieza el trabajo duro, al menos cuatro horas para desmontar y volver a montar la moto y, si hay alguna caída, se amplía hasta las seis. El día de descanso solemos cambiar el motor y hay más trabajo. A partir de ahí, cena y sólo un rato de tertulia, porque después hay que montar la tienda de campaña, el saco e intentar dormir al menos cuatro o cinco horas".
Ése es un día normal en el Dakar, pero en esta carrera eso es la excepción. Por ejemplo, el día que Farrés tuvo que dejar su rueda a Viladoms (que a su vez se la había prestado a Coma), Sanz apenas durmió dos horas. "Gerard llegó a las diez y media de la noche y estuve casi hasta el amanecer arreglando la KTM porque tenía una buena avería", recuerda.
Sanz también ha hecho el Dakar cinco veces en camión de asistencia rápida. Una vez, camino de Tichit, tuvo que cambiar el motor de Esteve primero, Despres, después, y más tarde de Verhoeven, tres de los integrantes de su equipo. Durmió media hora y otra vez a la ruta. Así es el Dakar para estos otros héroes.
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